Check

He aquí, el cordero de Dios

Francisco García

Publicado 09/06/2019

Comparte
   



¿Qué piensas cuando te mencionan la palabra cordero? ¿Te imaginas esos animalitos tiernos y juguetones que están en los campos?

O quizás no estés tan familiarizado con la palabra “cordero” o quizás sí, hace mucho tiempo había un hombre llamado Juan, que tenía como tarea bautizar a las personas que querían arrepentirse de sus pecados.

A las orillas del río Jordán, se agolpaba la gente para escuchar el mensaje de este joven desalineado y revolucionario que hacía un llamado muy claro “arrepiéntanse de sus pecados”. Era tal la conmoción que los principales dirigentes llegaron y cuestionario su labor, y así como era sencillo dio una respuesta sencilla, “Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor” una respuesta que llevaba mucho tiempo en el ambiente, ya que el profeta Isaías la había declarado mucho tiempo atrás.

Las personas que cuestionaban a Juan quizás entendieron la referencia, aunque no lo quisieron ver, porque siguieron cuestionando y limitando su ministerio.

Por eso les hizo ver que había en medio de ellos uno que no conocían y que ya venía, siendo él alguien que venía con poder.

Al siguiente día, se dio el momento esperado ¿? Porque se acercó otro joven que venía directamente a donde estaba Juan bautizando. Cientos de personas llegaban con Juan todos los días, pero ese día es especial, estaba llegando el que todos esperaban, el que todos necesitaban.

Juan dejo de hacer lo que estaba haciendo y lo vio y exclamo ¡He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! (Juan 1:29)

Si te das cuenta esa frase encierra años de historia pasada y un futuro esperanzador para cada uno de nosotros.

Hasta ese momento el pueblo hebreo, seguí utilizando el sistema de sacrificios en el templo, para expiar sus pecados, pero estaba llegando el verdadero cordero, para ser sacrificado en bienestar de muchos.

Durante muchos años las personas necesitadas de reconciliación llegaban con su cordero, sin tacha ni mancha, para que fuera sacrificado por el sacerdote de templo.

Cuando Jesús vino a este mundo, vino como el cordero dispuesto para ser sacrificado, ya que era necesario que fuera así, como dice Pedro, estaba destinado desde antes de la fundación del mundo.

Decimos un futuro esperanzador, porque a través del sacrificio de Cristo en la cruz, nosotros hemos alcanzado perdón de nuestros pecados, también tenemos acceso a la vida eterna.

Te puedes imaginar la importancia de ese día y de esa frase.

Dice Juan (Juan 3:16) que Dios nos amó tanto que entrego a su único Hijo (nuestro cordero) para que todo el que crea en él no se pierda, sino que pueda tener vida eterna.

Te das cuenta de eso, tan solo necesitas creer, para acceder a la vida eterna. Debes de hacerte esta pregunta ¿Si hubieras estado en el Jordán ese día, lo habrías reconocido?

Ahora no estás en el Jordán, pero Jesús está para ti hoy, para darte salvación sin límites y darte vida eterna.

¿Lo vas a recibir?


Deja un comentario