Check

Junto al Pozo

Francisco García

Publicado 16/05/2020

Comparte
   



En estos momentos al observar a través de mi ventana y ver las montañas por donde vivo, se ven algunas con bosque aún y otras áridas y secas por la deforestación humana.
 
Me recuerda aquella ocasión cuando Jesús iba de camino a Galilea, y tenía que pasar por la región de Samaria (Juan 4:3-26), a esta hora  en la cual estoy escribiendo, hay un calor soportable, pero fuerte. Ahora imagínate por las regiones desérticas donde caminaba el Maestro.  
 
Con el calor, el camino y todo, tuvo la necesidad de descansar junto al pozo de Jacob, la hora estaba dura porque era casi el mediodía, y él sabía que a esa hora llegaba una mujer de la cual no sabemos el nombre, pero tenía necesidad de agua.
 
Jesús te conoce, sabe cuál es tu mayor necesidad, nosotros como humanos creemos saber lo que necesitamos, un trabajo, comida, educación, ropa, casa, vehículo, etc.  y sí, eso es necesario pero él sabe que hay algo que nos hace falta.
 
Esta mujer llegaba todos los días a esa hora, porque no había nadie en el pozo. En esas regiones la mejor hora para recoger agua eran las primeras horas de la mañana, esa agua la denominaban “Agua Viva”, el agua que quedaba y era expuesta al sol, ya no era agua buena, pero esta mujer tenía su motivo para llegar siempre a mediodía.
 
¿Te ha pedido Jesús algo a ti? ¿Qué le podrías dar? ¿Qué excusa tienes para negarle lo que te pide?
 
¿Dame de beber? Una simple pregunta, lanzada a la samaritana, pero luego ella colocó la primer barrera ¡Tú eres judío! (por una larga trayectoria histórica los judíos y samaritanos no tenían una buena relación, aunque tenían las mismas raíces familiares).
 
Pero Jesús, quiere ir más allá y él mismo le ofrece “Agua Viva”, viene otra barrera ¿Cómo me puedes dar de esa agua? Si no tienes cómo sacarla.
 
¿Haz puesto las mismas excusas, cuando Dios te ha llamado, siempre colocando barreras entre tú y él, para no aceptar el llamado?
 
Jesús se revela ante la mujer como el Mesías esperado, le vuelve a hacer la invitación ¡Ven! Y trae a tu esposo. ¡Yo no tengo esposo!  
 
Si tú fueras vecino de la samaritana y conocieras la vida que ha llevado, y la escucharas decir que no tiene marido, ¿qué responderías? seguro que dirías ¡Oítela! Si ha vivido con varios hombres y actualmente tiene a uno en su casa, como seres humanos nos gusta juzgar la vida de los demás, pero no queremos ver la propia.
 
Tenemos una ventaja con Jesús, él no ve lo que éramos, él nos ve cómo podemos llegar a ser cuando aceptamos su llamado
 
La mujer samaritana, se convenció y convirtió, con el llamado de Jesús, lo que le permitió llevar el mensaje a su comunidad, vecinos, amigos familiares, etc. Con el sencillo mensaje ¡He encontrado al Mesías!  
 
Ahora te pregunto: ¿Has encontrado al Mesías?¿Has puesto excusas a su llamado?¿Estás listo para compartir con otros?
Si aún no lo has encontrado, te invito a que puedas buscarlo a través del estudio de la Biblia, en ella encontrarás a Jesús, su ministerio, propósito y lo que él te ofrece, aunque han pasado muchos años desde aquella escena en el pozo de Jacob, el hoy, en el 2020 te ofrece: “Agua de Vida” ¿Quiéres ya no tener sed? ¡Ven y bebe el agua que te ofrece!


Deja un comentario