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Los imposibles de Dios Parte 2

Arquimides Castillo

Publicado 05/02/2019

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Es imposible huir del amor de Dios (Jonás 1:10-16, 4, 17; 3:10)

El amor de Dios por los marineros  (Jonás 1:10-16). Allí había hombres, cada cual con su creencia y que desconocían al Dios verdadero o no lo conocían lo suficiente. En esta escena vemos la dinámica de la salvación: El grupo fue salvado de la tempestad y entonces adora a Dios. La adoración es la respuesta a una experiencia de salvación. Cuidar el cuerpo, respetar a los semejantes, participar de la vida de iglesia, guardar los mandamientos, devolver el diezmo y las ofrendas, son respuestas que vienen de la experiencia de ser salvos. Esta experiencia proporciona la integración a un cristianismo práctico y muy placentero. El blanco de Dios era la ciudad de Nínive, pero él trabajó por la salvación de Jonás y extendió los brazos para alcanzar también a los marineros.

El mensaje de salvación es inclusivo, Dios no hace acepción de personas porque el evangelio es para todos.

El amor de Dios por Jonás  (Jonás 1: 4-17) La decadencia espiritual de Jonás es rápida: Jope, barco, sótano, mar. En el hebreo moderno el verbo usado para “descender” tiene una connotación negativa.
Esta caminata descendiente la realizó él mismo. Tres veces el texto dice “yendo para Tarsis” una forma de enfatizar que estaba tomando el destino contrario. El pecado es siempre un descenso, siempre tenemos que pagar un precio elevado cuando seguimos nuestros propios deseos, pues el resultado siempre será el fondo del abismo. Dios no siente placer en la destrucción ni en el dolor, pero puede permitirlos cuando es necesario, como medidas redentoras para producir en el hombre arrepentimiento, por eso la tempestad y el gran pez. Jonás vivió tres días y tres noches en el vientre del pez.
 Esto es imposible en una situación común, pero para Dios, el Creador de la naturaleza, todas las cosas son posibles. Dios amaba a Jonás y estaba haciendo de todo para salvarlo, incluso extender sus manos hasta el fondo del abismo para rescatar al profeta.

El amor de Dios por Nínive  (Jonás 3:10) La antigua Nínive (cerca de Mosul, Irak) quedaba a 800 kilómetros al nordeste de Israel. La ciudad tenía un esquema estructural excelente para la época, y los asirios eran conocidos por su crueldad y extraordinaria violencia. Tablillas asirias de la época del rey Asurbanipal II (884- 859 AC.) traen la siguiente traducción: “Yo construí una columna contra la ciudad de ellos, arranqué la piel de todos los jefes que se amotinaron y cubrí la columna con su piel. Amuré a algunos dentro de las columnas, empalé algunos en estacas en la columna y amarré a otros en estacas alrededor de la columna. …Corté brazos y piernas de los oficiales, de los oficiales reales que se revelaron […] Quemé muchos cautivos de entre ellos a fuego y llevé a muchos como cautivos. Les corté la nariz, las orejas, los dedos de algunos; perforé los ojos de muchos. Hice una columna con los vivos y otra de cabezas, y amarré sus cabezas a los troncos de los árboles alrededor de la ciudad. Quemé en el fuego a sus jóvenes y siervos. Capturé veinte hombres vivos y los amuré en las paredes de su palacio”.
Este fue el escenario hacia donde el profeta fue enviado. Dios no se complace con la muerte de nadie, (2 Ped. 3:9) ni siquiera de aquellos que se transforman en sus enemigos. Desde Génesis hasta el Apocalipsis se muestra el retrato de un Dios amoroso en busca de sus hijos sin importar la nacionalidad, creencia, estatus social, condición financiera, color, formación académica o estatura.
Todos somos hijos de Dios, por lo tanto, todos estamos debajo de su gracia y de su amor.
El mensaje de Dios es inclusivo, transformador y poderoso.


Queridos amigos, no sabemos nada sobre el día de mañana, por eso la invitación de Dios tiene un toque de solemnidad y urgencia. La historia de Jonás muestra a un Dios que actúa con prisa y a un hombre que tarda demasiado. Hay un viejo himno que dice “Al terminar el trabajo de esta vida, cuando la muerte llegue a tu lado, que destino tendrás tú, mi amigo, cual será en el futuro tu hogar. Mi amigo hoy tienes la elección, vida o muerte cual vas a aceptar, mañana puede ser muy tarde, Hoy Cristo te quiere librar”.


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